lunes, 15 de febrero de 2016

Cinco días en la meca del porno



nos hemos colado en laAE Expo para conseguir contactos y conocer a alguien que nos introduzca en la industria norteamericana del sexo explícito.




vuelvo a estar en el festival de cine pornográfico más grande del mundo,apoyando a mi amiga jennifer blighe.




llegamos al Hard Rock Hotel queriendo tirar nuestras maletas y echar una siesta.

Ya hay unas cuantas caras conocidas paseando por el casino del hotel y coincidimos con un par de actrices mientras hacemos el check in de la habitación. Para mi sorpresa, la mayoría de ellas van maquilladas




Aquí en América existe algo que en la industria europea desconocemos: el fenómeno fan. Sí,tenemos festivales y tenemos seguidores. Pero no es nada comparado con lo que aquí se percibe. Las actrices están consideradas como verdaderas celebridades, siempre dispuestas a guiñar un ojo al objetivo, y la cantidad de admiradores que vienen cada año a este festival para conseguir una firma de su chica preferida es simplemente inimaginable. He llegado a ver hombres remolcandopequeñas maletas llenas de fotos impresas que después clasifican y catalogan en archivadores una vez han sido dedicadas.

La segunda diferencia con los festivales europeos es que aquí está prohibida la desnudez. Y no me refiero únicamente al desnudo integral: una vez pones tus pies en el Hard Rock Hotel no puedes dejar ni un pezón al descubierto. Los shows en vivo no incluyen sexo y las actrices que deciden ir más ligeras de ropa (y ¡ojo! que hay muchas chicas que firman en camiseta y vaqueros) siempre se tapan el pubis y el pecho.
#freethenipple


Este hecho a priori anecdótico ayuda a crear un aura de importancia que pocas veces he visto rodeando a este sector. Las chicas son intocables, inalcanzables, pertenecen a otro mundo donde los fans sólo están invitados como meros espectadores. Un universo lleno de cámaras de vídeo, photocalls, maquillajes impolutos y vestidos hechos a medida, no trajes de pedrería ni insinuaciones baratas.

La mayoría de las chicas solo está vendiendo fotos firmadas, así que en comparación, mi parte es un caos de colores y opciones, con tantas cosas apiladas que parece que la mesa se va a desmoronar en cualquier momento.




Una gorra negra, muchas polaroids y un par de cervezas hicieron que la sesión se pasara volando y de nuevo, al llegar la noche estába tan cansada que me tomé un gigantesco batido de tarta de cacahuete (God Bless America!) y me fui a dormir.

Según se iba acercando el sábado podía palparse la tensión acumulada: discusiones entre stands, chicas buscando maquilladoras de forma desesperada e infinitas conversaciones sobre vestidos, diseñadores, joyas y tacones.




El último día del festival lo pasé reflexionando, y es que todas las actrices parecían fotocopias de sí mismas.

Era complicado encontrar algo de autenticidad, de personalidad. Chicas que por el motivo que fuera destacasen por encima de las demás. Todas llevaban los mismos escotes, la misma ropa interior, mismos maquillajes, mismos peinados… De pronto apareció una chica con un kigurumi, deportivas y un par de coletitas y se nos hizo la boca agua. ¡Eso era lo que echábamos de menos!




A estas alturas del panorama se hizo obvio que la mayoría de la gente estaba drogada o tremendamente borracha. Una chica morena jovencísima empezó a hablar en español con nosotros con la voz más aguda que os podáis imaginar presentándose como Helena, Blanca, Sara y Santana(¿?) mientras se caía de forma reiterada sobre los arbustos que teníamos a nuestro lado.

Su acompañante intentaba sujetarla mientras nos pedía perdón, al mismo tiempo que Ron Jeremyhacía una entrada estelar saltándose toda la cola y plantándose en la entrada abrazado a dos morenas altísimas. Viendo que la espera iba a ser larga y el camino por la alfombra roja intenso a más no poder, me subí a la habitación del hotel a coger una galleta de marihuana. Craso error, luego descubriremos por qué.




Paralelamente, unos cuantos metros por detrás de nosotros la también actriz nominada Dava Foxxestaba llorando: su pase tampoco era válido y gritaba a los cuatro vientos que la ilusión de su vida era poder caminar delante de esos focos.
Y como para mi aquello era más bien un paripé forzado que un paseo por los jardines del edén, vi la oportunidad y la cogí al vuelo

Como ya os habéis podido imaginar, cuando entramos en el teatro tres horas después, la gala estaba terminando. Así que oficialmente, nos perdimos absolutamente todo. Ni idea de quién había ganado nada, ni qué narices había pasado.

Internet se alió con nosotros para explicarnos que la ganadora a mejor performer del año era Riley Reid, con Mick Blue en su antagonista masculino. El premio al que yo estaba nominada se lo llevóMisha Cross, de forma totalmente merecida.
Y con los pies doloridos y abrazando a todo el mundo, nos fuimos a tomarnos otro batido de tartamientras cerrábamos este capítulo de nuestra aventura americana.
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